LIBRES Y RESUCITADOS CON CRISTO
La realidad del misterio total de Pascua
es tan asombrosa y real para nosotros que la tenemos que re-vivir no solo como
un acontecimiento del pasado, sino como algo presente y real que nos
afecta a nosotros hoy.
Esta noche, pues, celebramos el
acontecimiento capital y central para la cristiandad: La liberación del pueblo
de Dios de la esclavitud del pecado, de forma que los hombres pueden entrar en
la nueva y eterna Alianza por la que Dios, por su propia iniciativa, vincula a su pueblo consigo mismo en una profunda
unión de vida y amor.
En favor del pueblo, en el Antiguo
Testamento, Dios vio las dificultades que los judíos sufrían en su situación de
esclavitud en Egipto, los liberó y selló
con ellos la Alianza por medio de Moisés, en el Monte Sinaí.
En favor nuestro, como cristianos, Dios
vio nuestra esclavitud al pecado y nuestra incapacidad para deshacernos de él.
Así envió a Jesús, su propio Hijo, para hacernos libres por su muerte en la
cruz en el Monte Gólgota y por su resurrección.
Ahora somos un pueblo libre, capaz de
proveer amor, servicio y justicia.
Celebramos esta libertad y esta Nueva
Alianza esta misma noche.
Hermanos y hermanas, esto es lo que
intentamos re-vivir en esta celebración Pascual, nuestra mayor celebración,
pues es la celebración de la vida victoriosa.