03 septiembre, 2017

DOMINGO 22º DEL TIEMPO ORDINARIO


El Señor nos dice a nosotros, sus discípulos hoy: “Vengan, síganme, niéguense a ustedes mismos, tomen su cruz y síganme”. ¡Que estas palabras nos llamen a salir de nosotros mismos, y que el Señor esté siempre con nosotros!

Seguir al Señor Es Arriesgado
¿Tenemos que buscar el sufrimiento y la muerte? ¡De ninguna manera! Jesús mismo nos da la respuesta. Él suplicó a su Padre que le apartara el sufrimiento. Sin embargo aceptó la muerte y la cruz. ¿Por qué? Porque amaba al Padre y a los hombres y quería salvarlos. Aunque él hizo ese formidable trabajo y proclamó su mensaje, los líderes religiosos se volvieron contra él y buscaron su muerte, para liberarse del fastidio que él suponía. Sin embargo, él permaneció fiel a su misión, fiel hasta la muerte. Él nos pide ahora permanecer fieles aun a costa de sufrimiento y de muerte.

Nuestra Vida Cristiana Es Nuestro Culto Principal
Éste es el mensaje de la corta pero muy importante Segunda Lectura.
Nuestra Misa del Domingo es la cumbre de nuestra vida cristiana. Expresa intensamente lo que intentamos vivir cada día. Todo lo que pensamos, decimos y hacemos, nuestra vida de cada día, como nos dice San Pablo, tiene que rendir honor y alabanza a Dios. Esto es lo que recopilamos en nuestra eucaristía dominical. A cambio, la eucaristía se convierte en la fuente viva de una entrega más profunda a Dios y a los hermanos. Una vida diaria que contradiga nuestro culto del domingo viene a ser una distorsión y una parodia de religión. Pidamos al Señor que nuestra vida diaria dé culto a Dios en espíritu y en verdad.