En esta celebración de Todos los Santos
nos preguntamos:
¿Qué idea tenemos de los santos?
Son para nosotros como soñadores
idealistas, fuera de todo contacto con el mundo y con la gente, pasivos y
tristones como sus estatuas de escayola?
La liturgia de hoy nos cuenta una
historia diferente.
Los Santos son gente ordinaria como
nosotros, con la misma carne y sangre que nosotros.
Pero tuvieron la valentía de ser
diferentes, de hacer las cosas ordinarias de la vida a la manera extraordinaria
de Jesús, de quien toman su valor.
Ellos nos avergüenzan con su serena,
pero fuerte amabilidad, su integridad, su entrega a Dios y a sus hermanos,
trabajando por la justicia, la verdad y la paz.
Pidamos al Señor, que está siempre
cerca de nosotros, la fuerza para seguirlo a él como los santos lo hicieron.