Lo
que vamos a escuchar recibe el nombre de kerygma. Esta palabra griega
significa proclamación. Lo que hace Pedro es proclamar, en voz alta, los puntos
fundamentales de nuestra fe: Jesús, su historia, su vida, su Pascua y la
salvación que nos ha regalado. Leamos muy atentamente el kerygma, y pidamos a
Dios poder vivir y anunciar lo mismo que vivió y anunció la Iglesia durante más
de veinte siglos.
Hechos
de los apóstoles 10, 34. 37-43
Pedro, tomando la palabra, dijo:
“Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea,
después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con
el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y sanando a
todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en
Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo. Pero Dios lo
resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo,
sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y
bebimos con él, después de su resurrección. Y nos envió a predicar al pueblo, y
a atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos. Todos los
profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el
perdón de los pecados, en virtud de su Nombre”.